Cabreado. Esa es la palabra que define mi estado actual.
Tras una tarde de ocio en familia y faltando un kilómetro para llegar a casa, paso por el pueblo de la Camella. En este pueblo hay que pasar por una pequeña rotonda que tiene a su lado un carril de incorporación con un Stop, por lo que un servidor tenía la preferencia.
Cuando me dispongo a entrar a la rotonda, siento un golpe seco en la parte de atrás del coche y confirmando mis sospechas, veo un Fiat Punto verde dándole un beso a la defensa del BMW.
Inmediatamente me vinieron a la mente todos los tacos que me sabía, así que arrimé el coche a la derecha lo más que pude, puse las luces de emergencia y tras comprobar que era solo un arañazo que puedo arreglar con pulimento, me fui a intercambiar cuatro palabras con el otro conductor.
Para más inri, me di cuenta que el tío era inglés y lo único que salía de su boca era un repetitivo “I’m sorry”. Afortunadamente me gusta el idioma de Shakespeare así que pude descargarme a gusto en su idioma (agrégale los tacos que sueltan en pelis como
Bad Boys y te imaginarás que le llamé de todo menos guapo).
Tras tomarme la justicia de forma verbal y comprobar que el coche estaba bien, retomé mi camino hasta llegar a mi casa no sin antes quedarme unos minutos en el garaje, examinando cuidadosamente la defensa. Doy gracias que se trató de un roce a unos 10 Km/h, porque el tío iba en primera y no de un golpe a más velocidad que podía reportar consecuencias más graves, pero eso no es motivo de excusa: como conductores tenemos la OBLIGACIÓN de mirar constantemente la vía, especialmente en zona de ciudad con el fin de prevenir estos disgustos.
Ya a modo de consejo personal, si se encuentran en esta situación y el golpe es de más envergadura, les recomiendo bajar con el móvil en la mano y tomar fotos del golpe recibido y de la matricula del otro coche, por si acaso…